Disciplina y dolor. Placer y dominación.

    El amanecer, por suerte, me pegaba en la espalda. Caminaba de vuelta a casa con el paso lento y penoso de un hombre cansado.  El frío  de aquel mayo, hecho llovizna, golpeaba mi cara  mientras las ramas tiradas en el piso, por la tormenta de la noche anoche anterior, crujían al romperse bajo la zuela de mis zapatos.      El camino era largo, y la resaca no ayudaba en nada.  Mientras caminaba ,con una mano en el bolsillo del pantalón, y la otra sobre el cuello de mi saco de paño, pensaba en mi sumisa.  De ser otra mañana ,como cualquiera, en este momento estaría abrazado a su espalda desnuda, enrollando con mi brazo su cuello , durmiendo, embriagado en amor.  No tengo muchas explicaciones pero en la vida las cosas no siempre resultan.      Al llegar a mi casa el consuelo de una taza de café negro y un chorro de vodka calmaron mis amarguras. Suspiré dos o tres veces y deje que el ruido blanco del viento golpeando contra los arboles llevaran mis pensamientos.....